martes, octubre 30, 2007


-Hijo, estoy muriendo.

-¿Lo decís desde esa perspectiva desde la cual todos nos estamos muriendo?

-No, hijo. Desde la otra…

lunes, octubre 29, 2007

Lo sospecha cualquier hombre profundo y lo sabe cualquier productor de seguros:
No hay nada más caro que chocar contra uno mismo.

viernes, octubre 26, 2007

¡Lázaro!



Lázaro, levántate y anda,
Ponte el apellido,
Vuelve del olvido,
Engánchate a la oferta y la demanda.


Lázaro, Sabina-Páez, Enemigos íntimos, 1998.

lunes, octubre 22, 2007

fragmentos de cuaderno (fragmentos "porque sí")

Pensaba que me gusta esa idea que dice que somos lo que comemos.
Y me parece que estoy comiendo medio para el carajo. Hoy me comí un huevo duro, soy un huevo duro. Me comí un havanet, soy un havanet. Cenamos ñoquis por ser veintinueve, soy un ñoqui del veintinueve.
*******
Che estuve releyendo un poco este cuaderno. Está buenísimo. ¡Tiene mi olor por todas partes! Los animales tienen olor. Yo soy un animal y aquí está mi olor. Olor que se hizo tinta. De olor y de sangre. De amor, de locura, y de muerte, diría Horacio. Del amor y otros demonios, diría Gabriel. Qué libro de mierda es Relato de un náufrago. Un embole que me hizo enojar en su momento con este pelotudo. Pobre. No, pobre la pindonga. Escribió un libro de mierda y listo. Después leí El amor en los tiempos del cólera, y me curé. Me curé del cólera, del enojo, y del amor.
*******
Estacionamiento de la facultad. 4,50 la estadía de 12 horas. Hasta hace poco salía 3 pesos. Y bué. Ahora tengo la clase de Teoría del derecho. El vienes vamos con el Colo a ver a Kevin Johansen. Me bajo del auto y entro, o llego tarde.
17:40 hrs. Merendando en Delicity. En una mesa vecina charlan dos guionistas. Me parece re interesante lo que discuten. ¿Serán buenos guionistas? Tres horas hablando estuvo mi profesor. Debe haberse sentido cansado y limpio.
Ahora estos dos discuten sobre una escena en particular. Están de acuerdo en algo y en desacuerdo en mucho me parece. Uno habla mejor que el otro y parece más inteligente. “yo sé que estoy un poco ansioso, ¡pero es porque quiero que escribamos un guión que parezca un reloj suizo!”.

jueves, octubre 18, 2007

De la hermandad cotidiana

Yo estaba sentado en la computadora. Ella se acercó con un envase de leche tetrabrick en la mano. Lo miré y después la miré a ella. Me dijo, mirá, es un envase distinto a los de siempre. Y esperó a que yo contestara una pregunta que en rigor no me había hecho. Le dije, . Y me dijo, ¿ves esta tapita? Y esta vez sin esperarme siguió, se abre así, y se vuelve a cerrar así. No tenés que cortar nada. Prestá atención mañana cuando lo uses. No lo rompas como todo lo que tocás. Tejiendo una media sonrisa se retiró a sus aposentos. Yo prendí la radio. Recién empezaba Dolina.

martes, octubre 16, 2007

Les Phantoms


Creo que terminé aquel diálogo diciendo: “los fantasmas están bien así”. Y me fui a mi habitación. Supongo que porque ella tenía razón, y conociéndola como la conozco, que es como si me hubiese parido, y debo reconocer que me parió, no iba a quedarse con las ganas de agregar algo. Y si me retrucaba, si agregaba algo, fuera lo que fuera, iba a ser cierto. Y sin importar la dimensión o la temperatura que trajera ese sol de la verdad, iba a devorarme como a un planeta que se sabe nuez. Entonces, ya sólo, ya sin espejos ni tableros de ajedrez de por medio, repetí lo que había dicho: Los fantasmas están bien así. Sí, están bien así. Así muertos, así olvidados, así descoloridos, así flacos, así silenciosos, así desinteresados, así olvidadizos, así ensimismados, así sumisos, así desinflados, así exiliados.
El problema es cuando una mañana vas hasta la puerta y junto con el diario levantas una carta. Una carta que te mandaron los fantasmas.


Será que cuando los fantasmas nos mandan una carta hay que abrirla. Y leerla con atención para no tener que leerla dos veces. Y contestarla. Y hacerlo con claridad para no tener que mandar otra. Quizás necesitaba en aquél momento entender que si los fantasmas nos mandan cartas, es porque no están, o no se saben, muertos.




De visita por otro blog, leí una poesía de Cortazar. Eso me hizo ir al Google y poner “Cortazar Salvo el crepúsculo”. Lo que me llevó a visitar muchas páginas con material de Don Julio, y a leer y sobre leer algunas cosas. Encontré “Prologo a Cartas de mamá, por Jorge Luís Borges” y le hice clic. Y todavía no terminé de leerlo, porque en seguida abrí una hoja Word y escribí eso que puse allá arriba. Y recordé, ya no sé qué va antes y qué después (como suelo decir en terapia), que alguna vez alguien me contó que habían leído en una clase el cuento “Cartas de mamá” y que alguna cosa (que no me la dijo) le recordó alguna otra respecto de mi mundo afectivo. Olvidé (quise olvidar) el asunto. Dos años después, caminando por la avenida Santa Fe, me detuve a chusmear un tablón de esos que ponen en las veredas con libros en oferta y compré “Las armas secretas”, que es donde está el cuento. Lo compré después de buscar en el índice y confirmar que el cuento estaba ahí. Ya no sé que pensé o sentí cuando terminé de leerlo, pero creo recordar que no pude comprender lo que se me había querido decir. Por lo menos no como yo hubiera querido. Quizás el propósito invisible fue hacerme, algún día, escribir este post.

domingo, octubre 14, 2007

Primera escena


Esa noche llegó muy cansado. Había manejado cerca de diez horas. Hacía varios días que no entraba a su casa. Después de ponerse ropa más cómoda y antes de desarmar su bolso, fue a regar las plantas del balcón, que habían sido sin dudas quienes más existencialmente lo habían extrañado durante su ausencia. Después cerró una ventana que había dejado abierta por descuido al irse, y levantó algunas cosas que habían caído evidentemente por la entrada del viento. También habían entrado unas cuantas hojas secas. Secas y voladoras. Notó que eran del roble que estaba justo ahí, como asomado a su balcón. Agarró una y la miró detenidamente. Las curvas peligrosas de una hoja de roble, pensó, y anotó la frase en la libretita que estaba al lado del teléfono.
La casa no estaba vacía. Ella había entrado una hora antes que él. Estaba recostada en el sillón grande y cómodo, y respiraba cautelosamente para no delatarse. Él se sentó al piano, a unos pocos metros, dándole la espalda, y empezó a tocar.
Varias veces interrumpió la ejecución en la misma parte de la obra y volvió a empezar. A ella le pareció gracioso, pero en realidad no entendía bien si las interrupciones se debían a algún error que a ella le resultaba imperceptible, o a que él no recordaba como seguía.
Al cabo de veinte minutos dejó de tocar y se levantó. Ella estaba mirando un cuadro que colgaba de la pared que estaba tras el sofá. Se había sumergido en los colores. Predominaba un naranja muy vivo que la hacía sentir alegre y hermosa. Cuando volvió en sí, porque se calló el piano y escuchó la silla empujada hacia atrás, recordó que se lo había regalado una ex novia. Los colores casi la ahogaron y ya no le cayó tan simpático. Miró al techo y se amontonó los labios usando tres dedos. Los soltó y recobraron su forma. Al instante siguiente volvió la vista al cuadro, pensó que era hermoso, y olvidó el asunto.
Él caminó hacia la biblioteca. Miró los lomos de todo un estante siguiendo la línea con la cabeza de costado y sin mover los pies. Tomó uno de los libros. Lo abrió y sacó unas hojas que estaban sueltas. Eran partituras. Volvió caminando al piano y cuando iba a sentarse ella dijo Hola, porque no quería seguir esperando y se dio cuenta de que iba a volver a tocar.
Él giró rápido la cabeza para verla. Se asustó, pero no mucho. La miró con los ojos bien abiertos. Ella sonreía. Él sonrió y contestó, Hola.
La invitó a cenar afuera, pero al final los dos quisieron quedarse en la casa y pedir algo por teléfono. ¿Pizza? No, comí anoche. ¿Comida china?, Dale.

sábado, octubre 13, 2007

Verdugo del amor, de Irvin Yalom.

Siguiendo con mi relectura de fragmentos subrayados, éste de "verdugo del amor" me parece muy claro y cierto. El libro está lleno de ideas valiosas. Disfrútenlo, y aguante la terapia.

“Desde el principio, por supuesto, yo sabía que la lógica de mi argumento no lograría penetrar lo suficiente para producir un cambio. Eso rara vez sucede. No sucedió en mi caso, cuando hacía terapia. Sólo cuando uno lo siente en los huesos se da cuenta. Sólo entones puede actuar y cambiar. La psicología popular no hace mas que hablar de “asumir la responsabilidad”, pero son solo palabras: es extraordinariamente difícil, aterrador inclusive, convencerse de que uno, y solo uno, construye el modelo de su propia vida. Por eso, el problema en la terapia siempre es cómo avanzar de una valoración intelectual ineficaz de una verdad con respecto a uno mismo hacia una experiencia emocional de esa verdad. Sólo cuando la terapia pone en juego emociones profundas se convierte en una fuerza poderosa del cambio.”

lunes, octubre 08, 2007

A riesgo de quedar vacío

Hugo es un hombre de ochenta años, que aparenta ochenta y cinco, y que podría, además, desnudarse y aparentar noventa, y aún así parecerse más a un bebe estando desnudo que vestido. Una vez su madre le dio un cachetazo. Y alguna vez su padre le enseñó matemáticas usando pequeñas semillas que caían de un árbol y andaban por todo el jardín de una casa que hoy todavía existe a mil kilómetros del lugar donde él está.
Cuando se lava la cara, se mira al espejo, y siente que se redescubre. No se ve viejo. No sabe que es viejo. Ni qué es ser viejo. Desde alguna perspectiva se siente el mismo de siempre. Claro, es el mismo. Él no se sentía más él cuando era joven. A veces desearía haber sabido esto último durante su juventud, para tener menos miedo. Pero ya no tiene importancia. Lo importante es que no tiene miedo ahora.
Es muy temprano y ya está levantado. Sabe que últimamente está durmiendo poco. No vive solo, pero sí está sólo ahora, sentado a esa mesa pequeña de la cocina. Tiene sed y mira su vaso. Está vacío. Va a tener que pararse. Sobre la mesada está la botella con agua (supo ser de whisky, pero solo una vez estuvo llena de whisky y ya mil veces fue llenada con agua). Y se va a parar. Pero jamás va a llenar ése vaso. Y no, no va a morir repentinamente tampoco. Mírenlo, se levanta con su vaso, camina hasta la mesada, apoya el vaso junto a la botella, y decide tomar del pico.
El resto de la mañana tarareó canciones despreocupadamente, mientras miró con atención las plantas del jardín, la tierra húmeda y oscura, y las nubes libertinas. También siguió un camino de hormigas y mató a un par para ver como se alborotaba el resto.
Hugo suele decir que las cosas que vale la pena hacer, son aquellas que uno hace a riesgo de quedar vacío.

domingo, octubre 07, 2007


¿Qué pasa si un día me despierto en Santa Ana de los Guácaras cansado de que todo sea provisorio?




Foto: Santa Ana, a 12km de Corrientes capital, algún mediodía de no hace mucho.

sábado, octubre 06, 2007

¿Cuántas cucharadas de sueño le pones a tu vigilia?

viernes, octubre 05, 2007

Hoy es hoy

¡Qué lindo día! ¡Los débiles se achicharran y nosotros sacamos ventaja! ¡Escóndanse cucarachitas! ¡¡¡Que vamos a sacar a pasear nuestra alegría y van a rodar cabezas!!!

jueves, octubre 04, 2007

Germinación de migrañas: Aquella canción que justificamos por un solo verso.

miércoles, octubre 03, 2007

martes, octubre 02, 2007

Yo, no.


Yo no voy a jugar a ser el niño al que se le envenenaron los juguetes:

Primero, porque no hay tiempo.

Segundo, porque no hay retorno.


Tercero, porque si no me duele la panza, no me duele y listo.

Cuarto, porque si sale el sol, que queme.

Quinto, porque si no hay luna yo me doy cuenta y no me da lo mismo.

Sexto, porque cada vez que ese gato negro cruza mi jardín, pienso que es una pantera en miniatura y lo observo lo mas que puedo como queriendo aprender algo.

Séptimo, porque estoy haciendo espacio para preguntas grandes.

Octavo, porque cada vez que como carne me siento un animal milenario y hermoso.

Noveno, porque esta hoja de Word parece vacía pero no hace eco.

Décimo, porque cuando era chico tuve ganas de que existieran los extraterrestres.

lunes, octubre 01, 2007

El día que Nietzsche lloró (fragmento)

Se me ha dado por ponerme a releer cosas que subrayé en los últimos libros que leí. No porque sí, sino porque me han marcado. Quiero exprimirlos para llevarme de ellos todo lo que pueda (he notado que estoy eligiendo con muy buena salud qué cosas quiero leer y me pone contento). En este caso, el fragmento es algo subrayado de El día que Nietzsche lloró, de Yalom, porque hace poco fui a ver la versión teatral y volví re-hechizado. Sin más preámbulos, lo anunciado:


-Yo podría hacerle la misma pregunta, profesor Nietzsche. Usted dice que no gana nada con su trabajo. Entonces, ¿porqué se dedica a la filosofía?- Breuer intentaba seguir con la ofensiva, pero su ímpetu disminuía.
-Ah, pero hay una diferencia importante entre nosotros. Yo no finjo hacer filosofía por usted, mientras que usted, doctor, finge que su motivación es serme útil, aliviar mi dolor. Eso no tiene nada que ver con la motivación humana. Es parte de una mentalidad de esclavo hábilmente ideada por la propaganda de los sacerdotes. ¡Penetre más en sus motivos! Encontrará que nunca se ha hecho nada enteramente por los demás. Todas las acciones van orientadas hacia uno mismo, todo servicio sirve a uno mismo, todo amor es amor por uno mismo- Las palabras de Nietzsche brotaban cada vez más deprisa-. ¿Le sorprende mi comentario? Quizá esté pensando en las personas que ama. Profundice más y se dará cuenta de que no las ama: lo que ama es la agradable sensación que produce ese amor en usted. Usted ama el deseo, no a quien desea. Por eso, ¿puedo volver a preguntarle por qué quiere atenderme?