lunes, marzo 31, 2008

Preguntas oportunas de una siesta ingobernable


Escribo en mi habitación. Es muy de día. Agolpada contra mi ventana respira exaltada la mucha luz del muy día que quiere entrar para envolverme, quemarme, y hacerme cambiar la piel. Mi habitación resiste, con la persiana baja y alumbrada solo por el velador; que temblequea. Lo miro y lo convierto por un instante en una ridícula gelatina eléctrica, como insultándolo.
Escucho a las chicharras, allá afuera, y siento que es la luz que está atacando mis paredes con taladros de fuego. Estoy a punto de gritar, pero me contengo. Afuera de mi habitación, en otras partes de la casa, hay mas gente, familia, ya no Bertín, pero otros seres que arrastran por la vida detalles faciales que recuerdan a los míos, y van a pensar que estoy loco. Y una parte de mi sabe que van a tener razón, pero otra le contesta “¿pero qué querés que haga?, si mirá el sol, si mirá el día…”. Y la verdad es que un poco de razón tiene también, ¿no?
Desde lo alto de la frente me bajan gotas de sudor como esquiadores, y yo los barro como una tormenta con ese pañuelito descartable con el que hace unos segundos me soné la nariz, y al darme cuenta de esa doble función que le di, lo abollo, confundido, porque ya no es ni una cosa ni la otra, y lo tiro al rincón aquél donde ya descansan desde hace algunas horas otros papeles rotos o abollados. Mensajes confusos que por suerte ya no llegarán a nadie.
Cierro los ojos como buscando mirar para adentro, pero ver, no veo nada. Es como asomar la cabeza a un volcán que duerme y sueña desde hace miles de años. De todas formas recién creí sentir que quizás si a esa oscuridad interior le llenara los pulmones, inspirando con ganas todo el oxígeno disponible, que en mi caso es el de todo el mundo –según me sugirió Bertín hace ya tres noches, en su lecho de muerte-, existía una posibilidad de imaginar, cuanto menos, la chispa de una respuesta, enruladita pero convincente. Pruebo la experiencia y se me suben las preguntas a la boca, desbordantes, como si tuviera que gritar varios goles al mismo tiempo, ¿Soy prisionero o estoy escondido?, ¿De qué soy prisionero cuando elijo esconderme?

domingo, marzo 30, 2008

Cualquier Domingo...


Recorté el dibujo del libro de Almendra, editado en los 70, que pueden encontrar entero en esta página.
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viernes, marzo 28, 2008

Cajoneras, medias, y diablitos

Tengo una computadora. Adentro tiene una carpeta que se llama “Mare Carranza”. Esa carpeta es mía, pero la computadora que mencioné no es solo mía, y eso hace posible que existan en ella otras dos carpetas, “Emilia” y “Maria Inés”.
Adentro de Mare Carranza hay varias carpetas y algunos archivos: muchos Words, muchos Block de notas, algún JPEG.
Una de las carpetas se llama “Escribo 2”, porque hay otra que se llama simplemente “Escribo”, y cayó en desuso cuando un día creé “Escribo 2” y empecé a escribir más y mejor.
Otras carpetas que están adentro de Mare Carranza se llaman: “Palabrerío”, “Letras”, “Gente”, “De todo”, “Forestación”, “Recetas”, “Artículos diario”, “La Facu”, “Nueva carpeta” (nunca le cambié el nombre), “Lugares”, “Blog Mare! Blog me!!!”.Esta última es el aeropuerto desde donde todo despega hacia este blog, entonces tiene varias imágenes, y muchos Words que llegaron en un vuelo charter desde “Escribo 2”.
Adentro de “Escribo 2” hay decenas de Words, y varios Blocks de notas, con nombres como “Decir ahora”, “Tiene que ser un número”, “Casi las 3 a.m.”.
Y hay diez carpetas. Dos me causan gracia porque se llaman “Precocido” y “Crudo”, nombres que evidentemente hacen referencia al estado que creo sentir que tienen los escritos que almacenan.
Y otra, que me causa más intriga que gracia, se llama “Cajón de medias”. La encontré recién. Estaba separada de las otras nueve, y no la recordaba. Sentí que alguien había llegado hasta ahí y me había dejado una carpeta de regalo (Quizá uno de esos regalos que incomodan, como un peludo o un oso panda). La abrí, y está vacía. Le doy botón derecho, Propiedades, y me dice que fue creada hace casi un mes. Y entonces “me suena” haberla creado (Quizás porque me conviene que me suene, para no tener que sospechar el arribo anticipado de la esperada locura), alguna madrugada de mucho café, como alguien que pone a calentar agua en la pava y se olvida, obligando al líquido estrella a transformarse en gritos y maldiciones que la pava exhala mientras el sujeto está en la otra punta de la casa pintando una puerta o cortando el pasto a punto de recordar que hace cosa de media hora tenía ganas de tomarse un té y lentamente llegar a la conclusión de que va a ser conveniente que vaya a checkear que todo esté bien en la cocina y probablemente al entrar en ella lo haga despacio, como si cupiera la posibilidad de que el agua que supo convertirse en vapor se hubiera convertido luego en un monstruo armado con una pava de pico filoso, o (y prefiero esta segunda lectura) como alguien que pone una olla en el blanco de una gotera que aún no existe, al ver que el cielo se nubla y promete.


miércoles, marzo 26, 2008

Hoy!


Terminé un libro a la mañana y empecé otro a la tarde. Manejé mi auto hacia la ciudad y en los veinticinco minutos que duró el viaje, atrapé dos o tres ideas simpáticas en un grabador digital. Fui protagonista de una sesión de psicoanálisis (bha, tuve terapia). Almorcé pastas en un restaurante que conozco de memoria, dando la espalda a la tele que transmitía el amistoso de la selección. Caminé escuchando Radiohead, Pearl Jam, una canción de Pedro Aznar, y REM. Miré vidrieras de dos librerías y entré en una de libros usados en la que estudié apurado pero con cierto detenimiento la sección de escritores argentinos. Me sorprendí al ver en una televisión que tenían en la vidriera de un local, que la temperatura era de 30 grados y pensé que claro, que no estoy enfermo, que hace calor! Leí un fallo de Derecho societario. Vi cómo el sol de esta tarde de miércoles, entraba furioso por la ventana pequeña del baño de un departamento de tres ambientes, robándole el color a todo lo que quemaba; sintiendo que era el único ser vivo en el universo que estaba viendo eso. Quise tomar mate y lamenté no tener mi equipo conmigo.