Ayer domingo, hoy miércoles.
Los semáforos titilan su yema y el tránsito se despelota. No se volvieron locos, se dieron cuenta, esta mañana, de que no tienen autoridad espiritual para demorarme. Pusieron un soldadito en el medio de la calle para que ataje cubos metálicos a cien kilómetros por hora. Le chorrea jugo de limón por una pierna, no lo dejan llorar.