lunes, abril 20, 2009

domingo, abril 19, 2009

Derecho romano


Me duermo en la clase de derecho de la Roma muy tan antigua. Decae la república. Profe, se va usted por las ramas de una República que se nos cae a pedazos. Dinastía de los Antoninos.
La mina que estaba sentada atrás mío se levantó y se fue. Ya no me lee por la espalda, gracias a dios, la muy hija de puta.
¡Mirá! ¡Está hablando de Marco Aurelio y Cómodo! ¡Aguante!

Queda media hora de clase. Sospecho que la voz del cuaderno no es mi voz. Lo cierro, desconfiado. Pausa.

Hay algo en cómo pisás con este pie, me dijo esta mañana la podóloga; sin soltarlo me miró y me dijo eso.

Último momento: Parece ser que Papiniano manejaba el latín que daba calambre.



imágen: yo en enero, sentado en las gradas del teatro de Jerash, antigua ciudad romana, hoy en Jordania.

viernes, abril 17, 2009

6:30 a.m. Empezó siendo sólo una trasnochada, pero empieza a hacerse de día y ahora siento que quizás también vaya a madrugar. No sé si darme una ducha y acostarme, o prepararme unos mates y ponerme a leer algo. Recién me asomé a la ventana de adelante, que da a la calle, y pude ver cómo algunas luces encendidas, de mi entrada, de los vecinos, se vuelven lentamente absurdas. Van a estar ahí, luminosas e invisibles, un rato largo hasta que la gente se despierte. Allá alto titila la luz roja de una antena de radio. Los pájaros empiezan también a titilar, a su manera. Pronto esto tan mío no será ni mío ni de nadie. Prender la radio o la tele, con los noticieros ya en marcha, sería malvenderlo todo. Algún trasnochador de otro tiempo recomendaba huir en este punto, cubrirse con las sábanas antes de que el sol…lo que ya saben,…para poder más tarde volverlo todo un recuerdo, materia manipulable, real o irreal a nuestro antojo. Pero no me convence, hoy no. Hoy si no dormí, que parezca que no dormí. Que hace horas que estoy viendo, y eso no puede ser motivo de vergüenza.

jueves, abril 16, 2009

Percepción del tiempo

Ayer en la calle pesqué esta frase. Hablaban dos chicos que tendrían veinte años o menos:

“…mi época dark,…mi época gótica,…tuve un millón de épocas…”


miércoles, abril 08, 2009


Choque en Panamericana. Letra fea sobre el regazo. Probablemente haya sido la primera vez que escribí la palabra regazo. Lo sentí, y además, me doy cuenta porque no supe cómo escribirla.
Casi choco al de adelante, pero casi en serio. Es un Ka rojo de los nuevos.
Frenado bajo un puente. Sombra que es privilegio de pocos, y pronto esos pocos van a ser otros.
Ya estoy soleado; aquella sombra parece mentira, no se lo creería a nadie. No voy a vivir a la sombra de un privilegio que nunca tuve.
La otra vez me pasó también de sentir que era la primera vez que escribía una palabra, y lo iba a decir y no lo dije, me dio vergüenza o algo parecido, qué boludo, y ahora no me la acuerdo. Podría tener ya dos ejemplares en mi colección de memorias de primeras veces de escribir una palabra.
Paren todo. Ley: No avanzar con la vista en el cuaderno; me lo voy a chocar, eh, me voy a dar el gusto.
Voy a llegar tarde a terapia, ya lo veo. No lo había mencionado pero está eso en el aire, llego tarde. ¿Por qué tardan tanto en juntar los maniquíes a la boloñesa? ¿No les quedó un último aliento como para arrastrarse sabiamente hasta un costadito y dejarnos seguir a los que podemos?
Hoy en La ciudad ausente, leí una frase que me encantó: “…flaco como un cadáver y asqueado de comer pajaritos crudos”. Me reí, sólo, estaba leyendo sentado en la galería, rodeado por los verdes del jardín. Me reí, y miré para adentro de casa y no me contestaron la risa, y qué suerte, porque no había nadie.
Me imaginaba recién mi llegada a terapia, “sabés que salí con el tiempo justo, y un choque en Panamericana me noqueó”. Pero creo que no voy a llegar ni para decir eso.
También diría: “La verdad que no quería venir, pero iba a venir, ya estaba viniendo. Incluso querría que no hubieran chocado, porque no me sirve, ante mí mismo, de excusa no me sirve, yo necesito un meteorito del tamaño de Fuerte Apache que reviente contra la General Paz, pero algo tan mundano como un choque no me sirve. Me siento un ordinario, te juro, por no haber llegado a una sesión por un choque de autitos chocadores. Sobretodo si yo tengo claro que lo propio de los autitos chocadores es chocar, chocar hasta el hartazgo, descansar un poco y seguir chocando. Si yo sé que a la gente le encanta chocar en la Panamericana, les hace cosquillas”.

miércoles, 16.15

martes, abril 07, 2009

13


Encontrar un 13 en el camino; saberme en mi camino. Esa vez, salí al balcón de una habitación nueva, y ahí, enfrente.