viernes, agosto 28, 2009

Hermana:


Cerramos la puerta de tu habitación, porque vos estas de viaje, y el calor que a duras penas larga este dragón por la boca cuando con mamá tiramos fuerte de la cuerda que le tenemos anudada a la garganta, se nos va para allá, a tu espacio, que estos días está irreconocible de quietito y parece una laguna, hasta que vuelvas con el envión de la montaña rusa a volarle los patos de una sonrisa.

martes, agosto 25, 2009

Esperando una tormenta


Qué débil que escribís, lapicera miedosa; debería darte vértigo.

Estoy tranquilo. Me llegó una paz húmeda. Sentí hace un rato que en la vida de un hombre como yo, habría tiempo para todo lo que un hombre como yo necesita.

Fui a tribunales, todo bien, Santillán no estaba en letra, así que nada, no pude dejar lo que tenía que dejar, y en Belloso, “no news, good news”. Me tomé el subte de vuelta, bajé en Bulnes, quiero decir en la estación Bulnes sobre la avenida Santa Fe, de repente es importante decirlo todo en este cuaderno; caminé por Bulnes calle hasta Guemes, y por Guemes hasta Coronel Díaz, y fui a mi banco amigo, y volví a tener dinero; ayer pasé el día solo, en casa, leyendo al aire libre, rodeado de pájaros; en algún momento dije “están locos”, porque se peleaban, o festejaban un gol; y no necesité dinero pero tampoco lo tenía si lo hubiera necesitado, y ahora se solucionó el problema de la caja, que nunca pudo nadie decirme bien cuál era, y vine a festejar con este café horrible pero hermoso por lo tronante. Está rico en realidad, el café es esto.

Le dije al mozo mientras me sentaba, que le iba a pagar con cien pesos el café, para no tener que apuñalarlo más tarde.

Hoy tengo terapia, esa habitación cuadrada de Palermo en la que no conozco a nadie.

Ayer me olvidé del Dr. Santagada y del turno que tenía con él, ese encuentro que habíamos pactado en una comunicación telefónica de la que no hubo testigos pero que ninguno de nosotros va a negar que existió. Disculpe, Dr. Santagada, una cagada.

Tengo que pagar. No quiero, eh, te juro que no quiero, pero tengo que pagar por esta fiesta.

La chica de la mesa de al lado dice “…pero están esperando la tormenta de Santa Rosa…”. ¿Y vos no la estás esperando? ¿Te vas a ir a vivir a la estratosfera? Tu cuerpito está esperando una tormenta, linda, alguien tenía que decírtelo.