lunes, julio 23, 2007


Lunes: una ramita quebrada gritando como loca en el medio del sendero
Martes: aquél repentino ataque de tos
Miércoles: aquélla odiosa estadistica
Jueves: el nombre de aquélla calle
Viernes: se acaba el azúcar
Sábado: una canción me hizo ring raje

Domingo:
De repente me encontré pensando:
Mi mejor misterio se pasó la semana dejándome pistas, y yo me pasé la semana haciéndome el dobolu…


viernes, julio 20, 2007

De repente me encontré pensando: “qué cosa esto de que todos los vecinos sean a medias personas, a medias simpáticos, a medias fantasmas, a medias raros, a medias locos, a medias insoportables, a medias solidarios, y hasta a medias vecinos los que se acercan sólo los fines de semana…”

jueves, julio 19, 2007

De repente me encontré pensando: “mi mejor guerrero se pasó la mañana hirviendo verduritas...”.

jueves, julio 12, 2007

Singing

Me pasé la mañana caminando por la ciudad. Casi no hablé con nadie. Entré en varias librerías buscando un par de libros que se me estaba haciendo difícil conseguir. Y todo el tiempo tarareaba, a veces para adentro y a veces para afuera, éste estribillo:

“It’s the end of the World as we know it,
it’s the end of the World as we know it,
It’s the end of the World as we know it,

and I feel fine!”

miércoles, julio 11, 2007

De cuaderno

Casi una semana sin escribir acá. No sabía si volver. Qué suerte volver. Mirá si no volvía. Imposible. Mi sangre pide tinta. ¿Y mi tinta pide sangre? No sé. Ojalá.

viernes, julio 06, 2007


Llegué. De noche. Cansado. Pobre. Débil. Unido, pero con lo justo. Y soy un cuerpo. Y me tenía que hacer algo de cenar. Un omelette, que me sale tan bien, tan propio. Cuando uno crea algo, se saca una parte de sí mismo y le da vida propia afuera de uno. Y tiene toda la vida para mirarse a uno mismo al mirar eso que creó. No sé si tanto. Lo que sí sé es que la idea de hacer algo que uno sabe que hace bien, es una gran estrategia para volver a uno. Pero antes de cocinar tenía que poner música. Le puse a la bolita paraguaya, que no sé donde aprendió a leer cds, un disco copiado. Robado, si querés. Tuve a penas un instante para sentirme un auténtico ladrón de arte. Simplemente quería la música (será que es eso lo que quiere un auténtico ladrón de arte). Y no es un disco triste el que puse. Acaso un disco para aprender a estar colgando de un hilo sin soltar la belleza que el mundo no deja de tener ni por un instante. Pero lo que sí es, es un disco profundo, y no sé si oscuro, pero por lo menos sombrío. No. Sombreado digamos. ¿Un disco para espíritus espeleólogos? Sí, no sé, no importa. Cuestión, que es copiado. Porque me lo bajé. De algún árbol o de alguna nube. No sé ya ni de dónde, pero hace un tiempo me baje este disco para drenar la tristeza y el enojo y volver a mí. Y la bolita no me lo lee. Como no estoy para pataleos, mucho no insistí porque sabía que no había caso. Puse otro. Original, desde la perspectiva legal por lo menos. Y lo lee. Y ya suena. Y me gusta también, eh. Pero no es el que yo quería. Y me voy a cocinar, como dije, ese omelette que todavía no existe. Y solo quería decir, para que quede claro, que esta noche fría de otoño no estoy escuchando el disco que quiero escuchar. Eso.