Íbamos hacia el oeste a sumergirnos con el sol en lo desconocido, como llevados por nuestra naturaleza a una fiesta de fuego. Después de tantos ocasos apenas contemplados, aquél viernes por fin íbamos a atardecernos.
sábado, octubre 17, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
8 comentarios:
Qué lindo viaje, qué lindo momento en el que el día se hizo poesía.
Un abrazo!
por fin íbamos a atardecernos
qué bueno mare, mal, qué buen video, las palabras. todo. todo genial.
Que ganas de ir al Oeste!!!, pero todavìa me quedan unas semanas de ocasos no contemplados, innudado de letras impositivas.
¿Que tal el amigo Jaime Bayly ?
Abrazo!
Gracias a todos, me alegra que conectáramos!
George, hice un cambio en la lectura porque mi hermana quería leer “Y de repente un ángel” y se lo cedí, así que voy a leerlo después de este de Kureishi.
De Bayly leí “Los amigos perdí”, y te lo súper recomiendo.
Bayly es lo más!
Heeey... ¿qué tal, Martín?... No soy capaz de entender como no te quedaste completamente dormido mientras conducías. En fin, con esa musiquilla tan relajante y el solete del atardecer tirando de tus párpados... ¡por dios, debías tener la rabadilla completamente anestesiada! ;)
Soy yo y me estrello fijo contra el de delante mientras ronco plácidamente. ¿No me digas que ni si quiera bostezaste al menos una vez?
Bueno amigo, un abrazo desde Galleguilandia. Sigue así que ya sabes que soy un incondicional de tu blog.
Jaja, queridísimo Javi!!! Sí, la verdad que esos retornos son lindos y peligrosos; puede que hasta incluso haya cabeceado!
Che, estas escribiendo un blog nuevo! Voy a ponerme al día, te mando un abrazo, amigazo!
ibamos a atardecernos, que lindas palabras, transmiten la senascion de querer estar ahí.
abrazo!
Publicar un comentario