jueves, noviembre 02, 2006

Fragmentos de un diálogo apócrifo


Mare: ...los lugares hermosos, para ser poseídos, exigen presencia...
Martín:… ¿como es eso?...
Mare: Nada, que por ejemplo esta playa enorme, desierta y hermosamente terrestre, es tuya mientras estas acá...te podes sentir parte de ella mientras estás acá...
Martín: si, cuando estás en un lugar así, que te gusta mucho, en el que te sentís la sal de la vida, hay una conexión natural entre vos y el lugar, eso te lo entiendo...
Mare: Claro, pero lo que yo digo, es que...
Martín: Lo que no sigo, es esto de la posesión...lo que pasa es que vos lo querés perpetuar…no te estás bancando lo mortal del asunto…
Mare: Claro, cuando esté en Buenos Aires, esta playa va a seguir siendo así, casi que voy a poder imaginarla y estar ahí por un instante si lo intento mucho...pero nada que ver...el lugar ya no es tuyo...
Martín: Nunca lo fue, dejame decirte. O lo fue mientras lo sentiste. Hiciste el amor con algo, por llamarlo de alguna forma que exprese una intimidad suprema, tuviste esa conexión tan gratificante y listo, seguí viviendo...o sea, pero no es poco eh! Ya no sos el mismo…
Mare: Hay que seguir buscando ser la sal de la vida en otros lados decís...
Martín: Claro, el juego es ese. No es un estado que alcanzás y te quedaste. Pero vos ya sabés eso, no sé porque te pusiste así...
Mare: Sí, quise ser muy muy humano supongo...
Martín: jaja, ser muy muy humano es ser pasajero, un dust in the wind con patitas...
Mare: semmm...pero pará. Hay algo cierto: no sos dueño de un lugar en el que nunca estuviste...
Martín: Esta bien. Pero solo porque voy a esperar a que se te pase. Sepamos que no sos dueño de nada...
Mare: OK. ¿Queda agua para un último mate?
Martín: si, re fría...
Mare: dámelo igual...

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