miércoles, abril 08, 2009


Choque en Panamericana. Letra fea sobre el regazo. Probablemente haya sido la primera vez que escribí la palabra regazo. Lo sentí, y además, me doy cuenta porque no supe cómo escribirla.
Casi choco al de adelante, pero casi en serio. Es un Ka rojo de los nuevos.
Frenado bajo un puente. Sombra que es privilegio de pocos, y pronto esos pocos van a ser otros.
Ya estoy soleado; aquella sombra parece mentira, no se lo creería a nadie. No voy a vivir a la sombra de un privilegio que nunca tuve.
La otra vez me pasó también de sentir que era la primera vez que escribía una palabra, y lo iba a decir y no lo dije, me dio vergüenza o algo parecido, qué boludo, y ahora no me la acuerdo. Podría tener ya dos ejemplares en mi colección de memorias de primeras veces de escribir una palabra.
Paren todo. Ley: No avanzar con la vista en el cuaderno; me lo voy a chocar, eh, me voy a dar el gusto.
Voy a llegar tarde a terapia, ya lo veo. No lo había mencionado pero está eso en el aire, llego tarde. ¿Por qué tardan tanto en juntar los maniquíes a la boloñesa? ¿No les quedó un último aliento como para arrastrarse sabiamente hasta un costadito y dejarnos seguir a los que podemos?
Hoy en La ciudad ausente, leí una frase que me encantó: “…flaco como un cadáver y asqueado de comer pajaritos crudos”. Me reí, sólo, estaba leyendo sentado en la galería, rodeado por los verdes del jardín. Me reí, y miré para adentro de casa y no me contestaron la risa, y qué suerte, porque no había nadie.
Me imaginaba recién mi llegada a terapia, “sabés que salí con el tiempo justo, y un choque en Panamericana me noqueó”. Pero creo que no voy a llegar ni para decir eso.
También diría: “La verdad que no quería venir, pero iba a venir, ya estaba viniendo. Incluso querría que no hubieran chocado, porque no me sirve, ante mí mismo, de excusa no me sirve, yo necesito un meteorito del tamaño de Fuerte Apache que reviente contra la General Paz, pero algo tan mundano como un choque no me sirve. Me siento un ordinario, te juro, por no haber llegado a una sesión por un choque de autitos chocadores. Sobretodo si yo tengo claro que lo propio de los autitos chocadores es chocar, chocar hasta el hartazgo, descansar un poco y seguir chocando. Si yo sé que a la gente le encanta chocar en la Panamericana, les hace cosquillas”.

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