

Resulta ser que de un día para el otro, sin golpe previo, mi celular empezó a tener problemas para cargar su batería. Lo conectaba y el señorito no hacía nada. Entonces vi que con un leve movimiento del cable o del punto de conexión entre el cable y el aparato, se solucionaba el asunto y empezaba a cargar. Esto duró unos diez días. Pasados estos diez días ya no alcanzó con esta leve artesanía, esta simple pirueta. Entonces le tuve que apoyar algo arriba sobre el extremo del cable, y así cargaba. Esto ya me fastidiaba bastante debo decir. Y finalmente, unos días mas tarde, ya ni esto alcanzaba. Y yo rebajándome cada día más y más, para lograr que cargara la maldita batería, me vi forzado a desplegar mi ración de creatividad, y buscando, probando, cosas más pesadas, más livianas, de distintos colores, a distintas temperaturas, he llegado a lograr que cargue con ayuda de dos objetos. Uno que le pesa por cada lado. En realidad de tres, porque la mesada aporta su borde.

He aquí las fotos que muestran la ridiculez que tengo que hacer hoy en día para que mi celular cargue su batería. Cuando lo miro, ahora mismo mientras escribo esto, me sonrío por la pavada a la que se puede llegar.
Lo positivo es poder poner creatividad donde algunos solo ponen fastidio o ira. Más de uno hubiera reventado el aparato endemoniado contra la pared.