martes, octubre 16, 2007

Les Phantoms


Creo que terminé aquel diálogo diciendo: “los fantasmas están bien así”. Y me fui a mi habitación. Supongo que porque ella tenía razón, y conociéndola como la conozco, que es como si me hubiese parido, y debo reconocer que me parió, no iba a quedarse con las ganas de agregar algo. Y si me retrucaba, si agregaba algo, fuera lo que fuera, iba a ser cierto. Y sin importar la dimensión o la temperatura que trajera ese sol de la verdad, iba a devorarme como a un planeta que se sabe nuez. Entonces, ya sólo, ya sin espejos ni tableros de ajedrez de por medio, repetí lo que había dicho: Los fantasmas están bien así. Sí, están bien así. Así muertos, así olvidados, así descoloridos, así flacos, así silenciosos, así desinteresados, así olvidadizos, así ensimismados, así sumisos, así desinflados, así exiliados.
El problema es cuando una mañana vas hasta la puerta y junto con el diario levantas una carta. Una carta que te mandaron los fantasmas.


Será que cuando los fantasmas nos mandan una carta hay que abrirla. Y leerla con atención para no tener que leerla dos veces. Y contestarla. Y hacerlo con claridad para no tener que mandar otra. Quizás necesitaba en aquél momento entender que si los fantasmas nos mandan cartas, es porque no están, o no se saben, muertos.




De visita por otro blog, leí una poesía de Cortazar. Eso me hizo ir al Google y poner “Cortazar Salvo el crepúsculo”. Lo que me llevó a visitar muchas páginas con material de Don Julio, y a leer y sobre leer algunas cosas. Encontré “Prologo a Cartas de mamá, por Jorge Luís Borges” y le hice clic. Y todavía no terminé de leerlo, porque en seguida abrí una hoja Word y escribí eso que puse allá arriba. Y recordé, ya no sé qué va antes y qué después (como suelo decir en terapia), que alguna vez alguien me contó que habían leído en una clase el cuento “Cartas de mamá” y que alguna cosa (que no me la dijo) le recordó alguna otra respecto de mi mundo afectivo. Olvidé (quise olvidar) el asunto. Dos años después, caminando por la avenida Santa Fe, me detuve a chusmear un tablón de esos que ponen en las veredas con libros en oferta y compré “Las armas secretas”, que es donde está el cuento. Lo compré después de buscar en el índice y confirmar que el cuento estaba ahí. Ya no sé que pensé o sentí cuando terminé de leerlo, pero creo recordar que no pude comprender lo que se me había querido decir. Por lo menos no como yo hubiera querido. Quizás el propósito invisible fue hacerme, algún día, escribir este post.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Bueno. Me es muy difícil imaginar a Cortázar como ausente, como muerto. Me ocurrió lo mismo que a vos cuando leí "La isla a mediodía" (cuento también, por supuesto). No pude hacer otra cosa más que sentarme a las siete de la matina a escribir, sólo que aún no posteo lo que escribo.
La verdad no sé con exactitud qué esperabas que te dijera ése cuento, pero el resultado fue perfecto. Cuestión de gustos pero más que nada, de intuición.
Te mando un abrazo virtual si me dejás.
Saludos, Martín!!!!

Mare dijo...

Gracias Ana, recibido el abrazo!!

ya que lo mencionás, a ver si antes de fin de año nos encontramos con tu blog...

Saludos!!!

laura dijo...

Bueno, si el propósito fue hacerte escribir ese post, tenía un buen propósito entre manos, y encima le salió bien.¡Qué suerte tienen algunos cuentos!

besos

dsfrutable leerlo

lb

Unknown dijo...

uyuyuy! Veré lo del blog Martín. Para eso debería escribir más seguido y aprender a ficcionalizar un poco mis palabras (acabo de inventar un verbo, verdad? pero es el único que cabe!), lo escrito hasta ahora este año tiene demasiado de autobiográfico aún, y me lo respeto porque realmente es lo que he estado necesitando.
Mientras tanto (y cuánto lamento que no puedas comentar!!!...para cuándo un flog vos? jaja) es lo que hay por ahora, te sigo invitando a www.fotolog.com/analuz_2007.
Besos!!!