jueves, octubre 18, 2007

De la hermandad cotidiana

Yo estaba sentado en la computadora. Ella se acercó con un envase de leche tetrabrick en la mano. Lo miré y después la miré a ella. Me dijo, mirá, es un envase distinto a los de siempre. Y esperó a que yo contestara una pregunta que en rigor no me había hecho. Le dije, . Y me dijo, ¿ves esta tapita? Y esta vez sin esperarme siguió, se abre así, y se vuelve a cerrar así. No tenés que cortar nada. Prestá atención mañana cuando lo uses. No lo rompas como todo lo que tocás. Tejiendo una media sonrisa se retiró a sus aposentos. Yo prendí la radio. Recién empezaba Dolina.

2 comentarios:

Unknown dijo...

jajajajaja! Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley...¡Esta es una de las cosas que no extraño de la hermandad cotidiana! Ahora: mientras séa tu hermana y no tu esposa-amante-concubina a futuro...? bienvenida la experiencia casi científica con el núcleo o célula familiar!!!
Beso y abrazo (muy divertido este post, cuántos recuerdos...por suerte! jejejeje)

Lucila Russ dijo...

¡Hola Martín!
Lindo blog, muy buena forma de escribir.
Leí algunas cosas, ahora aprovechó para firmarte porque mi otra computadora está con virus.
Ah! te agregue al messenger, espero que no te moleste.
Pareces un chico muy inteligente.. un cumplido nomás.
Un beso,
Débora.-