lunes, octubre 08, 2007

A riesgo de quedar vacío

Hugo es un hombre de ochenta años, que aparenta ochenta y cinco, y que podría, además, desnudarse y aparentar noventa, y aún así parecerse más a un bebe estando desnudo que vestido. Una vez su madre le dio un cachetazo. Y alguna vez su padre le enseñó matemáticas usando pequeñas semillas que caían de un árbol y andaban por todo el jardín de una casa que hoy todavía existe a mil kilómetros del lugar donde él está.
Cuando se lava la cara, se mira al espejo, y siente que se redescubre. No se ve viejo. No sabe que es viejo. Ni qué es ser viejo. Desde alguna perspectiva se siente el mismo de siempre. Claro, es el mismo. Él no se sentía más él cuando era joven. A veces desearía haber sabido esto último durante su juventud, para tener menos miedo. Pero ya no tiene importancia. Lo importante es que no tiene miedo ahora.
Es muy temprano y ya está levantado. Sabe que últimamente está durmiendo poco. No vive solo, pero sí está sólo ahora, sentado a esa mesa pequeña de la cocina. Tiene sed y mira su vaso. Está vacío. Va a tener que pararse. Sobre la mesada está la botella con agua (supo ser de whisky, pero solo una vez estuvo llena de whisky y ya mil veces fue llenada con agua). Y se va a parar. Pero jamás va a llenar ése vaso. Y no, no va a morir repentinamente tampoco. Mírenlo, se levanta con su vaso, camina hasta la mesada, apoya el vaso junto a la botella, y decide tomar del pico.
El resto de la mañana tarareó canciones despreocupadamente, mientras miró con atención las plantas del jardín, la tierra húmeda y oscura, y las nubes libertinas. También siguió un camino de hormigas y mató a un par para ver como se alborotaba el resto.
Hugo suele decir que las cosas que vale la pena hacer, son aquellas que uno hace a riesgo de quedar vacío.

2 comentarios:

pavelushka dijo...

Me mataste.
¿Cuantas cosas hacemos realmente asumiendo ese riesgo?

Me gusta mucho como escribes y este post más largo es un hallazgo.
Segui.

Mare dijo...

Gracias Pavel! nos vemos luego...